El fútbol nuestro nació orillero. Entre los inmigrantes que buscaban, a la vera de ese río que los había traído, una manera de comunicarse en la babel del puerto rioplatense... Es hermano del tango y del lunfardo. Y aunque su origen quede empañado por lo sucio del negociado, su genética es fuerte y rebelde. Porque, aunque se baile para un público de primer mundo, sentado en cómodas butacas de lujosos teatros, el 2x4 sigue luciendo su mejor acto cada vez que le saca lustre, en zapatos gastados, a una vereda. Y, aunque ahora forme parte de las páginas del diccionario de la Real Academia Española y diga: "vulgarismo argentino. Cuerpo policial" YUTA PUTA tiene sentido en el grito de memoria, protesta y denuncia. Por eso, y aunque se juegue en los más iluminados estadios del mundo, se construyan las más pesadas cortinas de humo y se laven los millones más vergonzantes, el fútbol es pueblo, porque renace en el potrero humilde, en la picardía criolla, en el segundo de felicidad y esperanza que encarna cada grito de gol. Grito de desahogo, grito desgarrador, de Sí, Se Puede. Porque el fútbol sigue siendo espacio de construcción social, cultural y popular. De unión, de poder hacer, de un mejor porvenir, en cada abrazo de gol... Como Diego y Discepolo, el fútbol, el tango y el lunfardo son hermanos de madre y padre pobres, trabajadores y luchadores. Viva el fútbol. Viva el Diego. Gracias eternas a nuestro D10S, el más guerrero, el más generoso y el más popular de todos los dioses. El Diego No Se Va.
--
Mariela del Rosario Prieto.
jueves, 8 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios en apoyo a D10S on "El fútbol nuestro nació orillero por Mariela del Rosario Prieto."
Publicar un comentario