Nota Enviada por Mariu Coseddu

No nos gusta perder ni a las chapitas, para qué negarlo, los argentinos somos así pero lo lamentable es darse cuenta que nos hemos transformado en una sociedad exitista que todo lo mide en términos de éxito o fracaso y no en aprendizaje. Y para peor de males, los medios de comunicación nos dan de comer morbo porque han descubierto que es un buen negocio pinchar en la herida de quien se cae para ver si sangra o no. Es repugnante, pero más repugnante resulta comprobar que los que nos venden morbo no lo hacen por puro placer sádico sino como trampolín para triunfar. Son tan talentosos que necesitan negar al otro para reafirmarse; son tan puros e inmaculados, que rápidamente levantan la mano para tirar piedras contra el pecador; son tan sabios, que se llenan la boca de artilugios lingüísticos para demostrar su elevado nivel cultural de cabaretero intelectual. Hay que tener un poco de dignidad… Yo no soy Maradonista, nunca lo fui, pero siempre admiré su talento sobrenatural y su brillo propio. Nací demasiado tarde para ver a Diego levantando la copa del mundo en el 86’ ; apenas recuerdo el mundial Italia 90’ y la final que nos robaron, pero se me hace que fue ayer el día en que le cortaron las piernas con saña... Nunca pude dejar de verlo como jugador, será porque nunca dejó de serlo. Ahora tiene arrugas, canas y el título de ‘técnico de la selección’ y, sin embargo, yo no puedo verlo como otra cosa que como jugador porque cuando acaricia a la pelota con la delicadeza de sus pies no es otro que el mismo pibe humilde que se desquitaba con patadas en aquel potrero de Villa Fiorito. Su espíritu de futbolista nato aún hoy desborda a su cuerpo, iluminándonos con el resplandor de su fuego, y no podemos más que ilusionarnos con la magia de su juego como si lo estuviéramos viendo gambeteando a los ingleses. Nunca dejará de ser ese, el de la gambeta extraordinaria, el de la mano de Dios, el jugador más grande de la historia del fútbol, el jugador que no tiene parangón, el jugador que aún colgando los botines juega al fútbol descalzo, con un habano en la boca o con saco y corbata. Ese es, señores, Diego Armando Maradona, el mago de la pelota, el que tiene un guante en el pie, el ‘negrito’ con hambre de gloria que se hizo solo de barro y a pulmón, el pibe de oro que sabe de potrero pero poco entiende de marketing, el futbolista de alma que lleva la celesta y blanca tatuada en la piel. Ese es, ni más ni menos, Diego Armando Maradona, y es nuestro, valorémoslo! 

Hoy todos juegan al Gran DT y qué mala leche tienen. El dolor de Diego es el dolor del que siente la camiseta, mientras que la crítica despiadada es la del mediocre que tiene más argumentos que ideas. Los que hoy lo detractan mañana serán sus aduladores… Esa es la hipocresía de la prensa argentina en su mayoría, repudiémosla!  

Es tan fácil criticar, tirar la pelota de la responsabilidad al otro, y lo hacen con la misma facilidad con la que lo hubieran ido a abrazar para ‘colgarse’ en una foto junto al Diego Campeón del Mundo. Es repugnante. No se dan cuenta que la grandeza del ser humano se ve en las derrotas… ¡Qué diferente la reacción del pueblo argentino recibiendo a la Selección ! Es la prueba de que la Argentina es grande como grande es su fútbol y el corazón que palpita con cada movimiento de pelota. 

Yo soy una de las que no daba  un peso por la Selección y, sin embargo, estoy aquí, reconociendo mi error porque se hizo un gran trabajo. Diego le dio al equipo todo lo que le faltaba: le inyectó sangre celeste y blanca, creó espíritu campeón e hizo soñar a todo un pueblo. No cualquiera lo hace. Hubo errores, sí, claro está, pero no se centran en Maradona y los jugadores. Ellos con la parte visible del problema. El quick de la cuestión es estructural-organizativo: la AFA con un dinosaurio como Grondona que hace del fútbol un gran negociado, los clubes que dejaron de ser un semillero de talentos y la exportación de los jugadores con tan corta edad para sacar de la bancarrota a clubes, representantes o familiares. Esto es lo central, lo primero que hay que resolver. La AFA tiene que estar en manos de alguien que devuelva el fútbol al deporte; es necesario que los clubes trabajen desde las inferiores para cultivar jugadores fundamentalmente en aquellas posiciones que no están cubiertas (arquero- volantes laterales) inculcándoles como apetencia máxima la celeste y blanca (para que no haya otros Riquelmes que digan no por puro orgullo egoísta como si vestir la camiseta nacional fuera cualquier cosa y no el premio mayor); es primordial que se prohíba el pase de jugadores menores de 18 años para así darles un formación local(el caso de Messi salta a la vista, nunca jugó a nivel local, entonces cómo se pretende que coordine con los que tuvieron base local?). Otra cuestión a resolver es que el equipo para jugar el mundial sea distinto al equipo que jugó las eliminatorias. Creo que en un mes no se puede lograr juego colectivo si amontonas en un mismo lugar a jugadores que no se vieron la cara nunca. Habría que repensar esto y buscar la mejor forma para que el grupo definitivo resulte convocado con mayor anticipación. Por todo lo dicho, considero tan loable el desempeño de Maradona: cuando las papas quemaban, él fue el único que las agarró; cubrió todos los baches que habían quedado (cuestión ropa, entre otras); y humanizó a la selección con su afecto, con sus arengas, con visitas diarias de familiares, con un lunch detrás de cada entrenamiento. Diego se equivocó, todos sabemos que es muy absoluto y que no acepta sugerencias, pero bueno, murió en su ley y aún está a tiempo de resurgir de las cenizas... Nadie nace sabiendo, ni él... Ahora, deberá levantarse y continuar... Continuar pero enriquecido con la experiencia. El árbol está plantado, ahora sólo falta recoger los frutos… Y a quien corresponde hacerlo es a él, al sembrador, a DIEGO ARMANDO MARADONA.

 

¡No te vayas, Diego!